No es un secreto que el consumo de cocaína lleva asociada una serie de repercusiones sobre la salud y más concretamente, sobre el rostro y la nariz en caso de que se consuma esnifada. Pero ¿qué ocurre cuando un consumidor habitual decide arreglar los estragos producidos por esta sustancia y someterse a una rinoplastia? ¿Es compatible dicha intervención con este hábito?
Efectivamente, no son compatibles y que pueden entrañar situaciones de riesgo para el paciente. Quizás lo entendamos mejor sabiendo que una rinoplastia consiste en cambiar la forma y la estructura nasal; para ello los cirujanos modelan o resecan la mucosa, los cartílagos y los huesos, lo que les permite cambiar la forma de la circulación sanguínea de esta zona. Si a esto le añadimos los daños que produce esta sustancia, puede derivar en un problema circulatorio y estético.
Y es que esta sustancia es altamente dañina y destructiva por lo que agrede de forma directa a la nariz destruyéndola poco a poco mediante vasoconstricciones muy intensas y paralizando la circulación de la zona. Si el consumo del paciente es muy habitual, parecerán poco a poco perforaciones en el propio tabique nasal, desviaciones, etc.
En Beyou Medical Group recibimos muy a menudo pacientes de este tipo, a los cuales hay que explicarles detenidamente el grave riesgo que puede suponer su consumo tras la operación y los pasos necesarios que deben seguir si realmente quieren someterse a una rinoplastia.
En primer lugar, debe abandonar el consumo de cocaína, y deberá contar con una estricta vigilancia y seguimiento de carácter médico y psicológico para controlar su evolución. Además se le realizarán analíticas médicas para certificar el abandono de esta droga. Una vez conseguido esto durante al menos un año, se podría plantear someterse a una rinoplastia para mejorar su integridad nasal.
Es muy importante que exista un alto grado de compromiso por parte del paciente para que finalmente la intervención sea un éxito y no se produzcan problemas postoperatorios.