Un padre le dice a su hijo: “Ten cuidado por donde caminas”. El hijo responde: “Ten cuidado tú porque recuerda que yo sigo tus pasos”. ¿Y si cambiásemos el caminar por la comida? Según el estudio Thao, el mayor y más reciente sobre obesidad infantil, un 6,9% de los niños de 3 a 5 años es obeso y el 10,2% tiene sobrepeso. Para responsabilidad de los progenitores, mucho tiene que ver esto con los hábitos y costumbres poco adecuados que les inculcan a sus hijos en materia de alimentación y salud.
¿Son las prisas por comer? ¿La pérdida de habilidades culinarias por parte de quienes los criamos? Por un lado, sí: la realidad demuestra cómo los hijos abandonan el consumo de frutas y verduras o legumbres y pescados en favor de la comida rápida, las chuches o la bollería industrial. Pero, por otro, no podemos obviar la creciente tendencia infantil al sedentarismo de televisión y videojuegos que, poco a poco, minan la capacidad física de los jóvenes y los aparta de realizar actividades deportivas que requieren de un gasto energético razonable y necesario, amén de la autoestima.
La estadística demuestra que a día de hoy hay tres veces más niños obesos que hace solo 15 años. De seguir esta (errónea) senda alcista, los problemas se multiplicarán a la par que los kilos de más, es decir, la siguiente generación podría tener una esperanza de vida menor que la actual y aun confiando en los avances médicos de otros campos. Algunos estudios indican que la obesidad acorta la esperanza de vida en 13 años, por ponernos en situación.
¿Qué soluciones poner a este problema “de peso”? Por encima de todo, modificar los hábitos, como decíamos al principio. El estilo de vida. Inculcar a nuestros hijos unos el mens sana in corpore sano es fundamental para prevenir o remediar su obesidad, y de paso habremos hecho mucho para evitar que tengan sobrepeso de mayores. De nuevo, comenzando por nosotros mismos; si la madre y el padre son obesos, el riesgo de que lo sea también el hijo es de casi el 90 %.
Luchemos familiarmente contra la obesidad. Aprendamos a comer, enseñemos a tomarnos en serio la nutrición, practiquemos deporte. El resto ya vendrá solo: disfrutar de la vida.