Es muy habitual que la ingesta calórica aumente cuando se disfruta del alimento que se está consumiendo. ¿El motivo? Una sensación de placer que produce la comida y que, como consecuencia, nos incita a comer más de lo necesario. Sin embargo, recientemente se descubrió una sustancia química (hemopresina) que bloquea aquella zona del cerebro que se activa cuando estamos disfrutando de un bocado. Así, disminuye la sensación de placer.
Además, según los estudios realizados hasta ahora por los científicos de la Universidad de Manchester, no causa efectos secundarios, algo esperanzador para poder poner en el mercado nuevos medicamentos que ayuden a adelgazar sin riesgos.
Medicamentos que ayudan, sí, pero no son milagrosos: deben ser una parte del programa de adelgazamiento, no el único medio que utilicemos. Por mucho que disminuya la sensación de placer, si lo que comemos tiene un alto valor calórico o mucha grasa, no llegaremos a nuestro objetivo de perder peso. De nada sirve comer poco pero mal.
La base de un programa para perder peso debe estar siempre supervisada por un médico nutricionista que nos ayude a mentalizarnos y a aprender a comer de manera sana. Una vez hecho esto, para incentivar este esfuerzo se puede complementar con medicamentos que reduzcan el apetito, la sensación de placer, etc.
Asimismo, practicar ejercicio, aunque sea solo andar 2 ó 3 horas a la semana a paso ligero, también va a colaborar en el objetivo final.
Ya sea esta nueva sustancia como base de nuevos fármacos, el CLA, el té verde o la alcachofa, la utilidad de estas para las personas que necesitan perder peso rápidamente, antes de someterse a una operación de cirugía bariátrica, está probada. Pero aún así, aprender a comer bien seguirá siendo la base para una pérdida de peso duradera y saludable.