La lactosa es un azúcar natural que se encuentra en la leche de los mamíferos y puede encontrarse en alimentos preparados, para que nuestro cuerpo pueda digerirla necesita unas enzimas denominadas lactasas que se producen en la mucosa del intestino delgado y son las encargada de transformarlas para usarlas como energía. Si el cuerpo produce niveles bajos de lactasa aparecen dificultadas para digerirla.
La intolerancia a la lactosa puede aparecer en el momento del nacimiento, en la infancia cuando se introduce el consumo de leche de vaca o incluso en la edad adulta. Lo habitual es que tras la ingesta de lácteos aparezcan síntomas como gases, diarrea, vómitos, flatulencias…
Estos síntomas también puede ser producidos por otras causas, por lo que debe ser siempre un médico el que diagnostique la enfermedad y no decidir nosotros mismos qué nos pasa y cómo tratarlo.
Pero como información básica, el tratamiento para la intolerancia consiste en eliminar de la dieta la lactosa (leche y derivados) y sustituirlos por otros alimentos que nos procuren el calcio y vitaminas que dejamos de obtener de los productos lácteos como leche de soja, legumbres, pescados, verduras, huevos. El queso curado y los yogures tienen menos cantidad de lactosa por lo que se deberían introducir poco a poco y según la tolerancia de cada persona.
Hay que acostumbrarse a leer las etiquetas de los alimentos preparados ya que muchos de ellos contienen lactosa como pueden ser las sopas instantáneas, el pan, galletas e incluso medicamentos, por lo que debe comentarle a su médico que sufre este problema para que le proporcione la medicación más adecuada.
Ante cualquier duda acude a médicos especialistas en nutrición, ellos te darán las pautas más adecuadas para tratar la intolerancia sin que suponga un riesgo para tu salud.