La obesidad extrema aumenta el riesgo de complicaciones en el embarazo. Es la conclusión que se obtiene tras observar los porcentajes sobre el riesgo de desarrollar preeclampsia.
Según un nuevo estudio publicado en Estados Unidos, la probabilidad de sufrir una complicación potencialmente fatal durante el embarazo (preeclampsia) fue del 4,5% en promedio; un 3% para las mujeres con peso normal y un 13% para las superobesas. El tener un índice de masa corporal alto antes del embarazo es, por tanto, un factor de riesgo a tener en cuenta a la hora de evitar posibles complicaciones para la madre y el feto.
Un 5% de las embarazadas desarrollarían hipertensión y trastornos renales a partir de la semana 20 de gestación, según el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre de Estados Unidos. En el caso de las obesas mórbidas – IMC superior a 50 – el riesgo se dispara, aunque la información sobre los supuestos peligros sea, en este caso, poca.
Un hecho a tener en cuenta considerando que la cantidad de obesos mórbidos se ha multiplicado en las últimas dos décadas. Según indicó el equipo al cargo del estudio (University of South Florida), cuanto más rápido engordaba una mujer durante el embarazo, mayor era su riesgo de desarrollar preeclampsia, sin importar el IMC. Las mujeres superobesas que más engordaban (0,7 kg por semana) eran 13 veces más propensas a desarrollar la enfermedad que las mujeres que engordaban moderadamente (entre 0,20 y 0,68 kg por semana).
Para reducir el riesgo de complicaciones, las mujeres superobesas deben ser controladas, garantizando que engordan lo necesario. Después del parto, además, se deben hacer todos los esfuerzos para que adelgace y, de volver a quedarse embarazada en el futuro, que los riesgos se minimicen para ellas y sus bebés. De nuevo, es fundamental cuidar(nos) antes de la concepción para que esta sea lo más segura posible.